Estrella de Belén
Para crecer, primero, hay que sanar las heridas del alma. Quizás para que cicatricen esos dolores que están guardados dentro de nosotros en cofres con llaves mágicas, hay que dejar que la sangre fluya, que manche la piel y viaje por los caminos que necesite recorrer. Hay que dejar que el beso dure, que el tiempo cure, hay que dejar que todo esté en calma, dejar que "...el alma tenga la misma edad que la edad del cielo".
"Calma, ten calma: hay mucho que aprender y poco que perder".